¡Hola chicos!
En encuentros anteriores vimos que cuando alguien quiere mostrarte
su afecto y amistad, es común que te invite a su casa.
Y hay dos hechos importantes que suceden: la conversación y la comida. En la celebración de la misa es Jesús quien nos invita a participar de su amistad, en la que también encontramos estos dos momentos importantes: la conversación, que es cuando Jesús nos habla a través de su Palabra y nosotros le respondemos con nuestras oraciones; y la comida, cuando Jesús nos ofrece el banquete de la Eucaristía, nos da su Cuerpo y su Sangre.
Hoy vamos a ver la segunda parte, la liturgia de la Eucaristía.
La liturgia de la Eucaristía el momento más importante de la Misa.
Ésta tiene tres partes:
El rito de las ofrendas,
la Gran Plegaria Eucarística (que es el núcleo de toda la celebración)
y el rito de comunión.
Presentación de dones
Es el momento en el cual se lleva al altar el pan y el vino, dos alimentos muy sencillos, que el sacerdote ofrecerá a Dios para que Cristo se haga presente en la Eucaristía.
La sencillez de estos alimentos nos recuerda al niño que le llevó a Jesús sus ofrendas, cinco panes y dos peces. Era todo lo que tenía, pero esa pequeñez, puesta en las manos de Jesús, se convirtió en abundancia y alcanzó para alimentar a una multitud inmensa e incluso sobró.
Así nuestras sencillas ofrendas de pan y vino, puestas en las manos del Señor, también se convertirán en abundancia, en lo más grande, en el Cuerpo y la Sangre de Cristo para alimentar a una gran multitud que está hambrienta de Dios. En cada misa, ¡nosotros somos esa multitud!
Junto a este pan y vino, le presentamos también a Dios, de manera simbólica, algo de nosotros mismos. Le ofrecemos nuestros esfuerzos, sacrificios, alegrías y dolores. Le ofrecemos nuestra fragilidad para que Él haga obras grandes con nosotros. Para que cuando Dios convierta el pan y el vino en el Cuerpo y al Sangre, también nos convierta a nosotros, nos haga mejores, más semejantes a Él.
Oración secreta
Terminada la presentación de dones, el sacerdote se inclina ante el altar y dice una oración secreta. Es secreta pero no en el sentido que nadie la pueda conocer, sino en que la dice en voz baja. Son varios los momentos en los que el sacerdote dice una oración secreta. En esta ocasión dice: “Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro”. Es un momento importante porque manifiesta que cuando el sacerdote celebra la misa, está rezando, no simplemente repite gestos mecánicos, sino está dialogando con Dios.
Te propongo escuchar una de las canciones que cantamos en el momento del ofertorio. Se llama Bendito seas Señor. Cuando la termines de escuchar, contame cuál es la frase que más te gusta y por qué 👇
Mandame tu respuesta al mail:
catequesismadreadmirable@gmail.com
¡Hasta la semana que viene!
Seño Moni
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